martes, 11 de diciembre de 2007
lunes, 3 de diciembre de 2007
Descubrimiento.
Aquella mañana desperté miré por la ventana e hice un descubrimiento abrumador: ¡Ya no existía más campo! Las cuchillas afiladas de las grúas habían ido cercenando terreno tras terreno a la vegetación hasta transformar mi tierra y las demás naciones del mundo en una enorme ciudad.
Los océanos estaban ahora franqueados por miles de puentes por los que circulaban millones de vehículos; las altas cordilleras habían sido agujereadas por cientos de túneles como queso de gruyere y a las cumbres más altas se accedía en veloces y precisos teleféricos. Los mares internos habían sido desecados y sus antiguos fondos marinos estaban poblados por barrios perpetuos y populosos; en los polos vivía más gente que en el desierto más árido, y el desierto más árido era un grandioso gueto donde la gente se mataba por conseguir un vaso de agua.
Pero ante semejante panorama mundial no me arredré y dispuse todo para salir al campo. Me calcé las botas de montaña, me puse los calcetines gruesos, los pantalones impermeables, el anorak. Rellené una mochila con diversos alimentos y bebidas isotónicas; me calé mi gorra de lana, mis gafas de sol para nieve y mis guantes de piel sintética.
A continuación descendí hasta el piso bajo de mi chalé, abrí la puerta corredera salí al patio y allí estaba: El centenario sauce llorón. Desplegué una silla abatible bajo sus ramas, me endosé unos cascos con una grabación de sonidos de la naturaleza y allí me acomodé, dispuesto a permanecer el largo fin de semana de puente en el lugar más parecido a la naturaleza que quizá existiera en miles de kilómetros a la redonda.
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viernes, 23 de noviembre de 2007
sábado, 10 de noviembre de 2007
Y ya no estás más...
Después de otra noche en vela se acerca un nuevo amanecer y veo un nuevo cielo ocre nacer, mientras siento la fresca humedad que emana el mar Mediterráneo.
Y ya no estás más...
No percibo ya la calidez de tus manos quebradizas y suaves como tallos verdes de bambú, sino la aciaga soledad sin tu mirada diáfana, sin tus ojos puros de miel...
Deseo abrazarte y lo hago; e igual que un brazo de mar barre la costa con sus olas, mis manos recorren el delicioso firmamento de tu piel inexistente...
Te beso y no eres más que suspensión de aire de un turbio desierto interior. Recuerdos de unos labios, los tuyos, cual anémonas de mar, blandas y jugosas y a la vez, con infinitas púas lacerantes...
Qué fue de aquellos besos, promesas y amaneceres… ¿baldíos?
Tal vez en algún lugar secreto de tu profunda geografía se esconda ese misterio que nunca llegué a descifrar. Quizá mi pasión de tan extrema fue más indigna e hiriente que el pulso de nuestro amor, o a lo mejor no aprendimos a inflamar con el encendedor adecuado la esquiva llama de la pasión...
Amanecer siempre lento, perezoso e infinito. Viviré mil años sin dejar de pensar en ti
y no dejaré de esperarte mientras contemplo el bello y manso mar Mediterráneo en eterna y triste soledad. Aquí, en el mismo lugar dónde estuviste una vez.
Y ya no estás más...
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domingo, 4 de noviembre de 2007
NIÑOS DE GUERRA
Aunque estemos cansados de ver lo mismo, es bueno refrescar la memoria...
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viernes, 19 de octubre de 2007
Nosotros somos... éso.
josef.
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miércoles, 10 de octubre de 2007
viernes, 5 de octubre de 2007
¿Cómo ocurrió?
Cómo ocurrió. No tengo la más leve idea pero sucedió.
Fue un día cualquiera, antes de despertar, pero… ¿estaba ya despierto o continuaba acostado cuando regresé? Sí. Volví a la oscura caverna donde mis atávicos ancestros me vieron nacer. No lo sé. Pero recuerdo que escapé de la civilización y recorrí kilómetros mientras rompía esquemas sin importarme mi dolor interior, o el dolor del futuro que rehuía, o el dolor de unos pies antes siempre calzados y ahora… sin calzar.
Escalé un camino perdido y enlodado y al alcanzar su término, allí estaba la estrecha oquedad. Me aguardaba silenciosa y olvidada. Me interné. Vagué por lúgubres pasadizos a tientas, y guiado por un instinto maternal, descubrí la cámara protocolar y una vez allí, sugestionado por un extraño poder, lo hice: Difundí el conjuro nunca olvidado del amor y la vi.
Pude ver mi pasado caminar con pies alados en un insólito valle iluminado por un cielo azul marino intenso, y donde se suponía empezaba la tierra, había una bruma amarilla como té de manzanilla. Se deslizaba y recogía sándalo, diente de león, muérdago y flores de malvarrosa…
Percibí el aroma dulce proveniente de ella y entremezclada, la suave brisa litoral de un océano jamás intuido por el hombre... Caminaba con pasos suaves, y a la vez decididos como moviéndose en un mundo de fino algodón hilado… Alargué mis brazos hacia ella y mis sienes estallaron de felicidad solo de pensar siquiera en rozarla…
Cuando por fin nos dimos las manos un estallido eléctrico tensó mi corazón.
Caminamos juntos, pendientes el uno del otro, durante días semanas, meses y años crecí con ella. Un día ella se acercó a mí. Sus labios se entreabrieron y articularon una agradable melodía en un idioma jamás estudiado ni oído… pero que sólo yo pude interpretar…De pronto se volvió y me miró con aquellos ojos grandes y oscuros, sumidos bajo unas cejas prominentes mientras me estudiaba con profunda curiosidad y alegría, aunque sin sonreír en su exterior, pero haciéndolo en su interior.
Y descubrí su belleza irreal, una belleza jamás sospechada por el Homo Sapiens Sapiens, la belleza de mi antepasado más cercano de mi hermandad en la vida: Una mujer Neandertal...
Josef.
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miércoles, 3 de octubre de 2007
Invitación.
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viernes, 3 de agosto de 2007
El islote.
-I-
Se amaban. Ella lo amó desde un primer instante y él a su vez la fue amando cada día un poco más, aprendiendo a considerar su sensible carisma de mujer. Se desearon con placer, disfrutando de cada instante repartidos por los rincones de la isla. Sus brazos recorrieron las fracciones de sus cuerpos agostados, gélidos, calientes, poderosos, humanos... De seres con capacidad para pensar de forma tranquila y natural en un mundo aplastado por las devastadoras fuerzas de la iniquidad y la idiotez.
Ni siquiera hubo días plomizos de invierno, ni bochornos de verano achicharrado, con sol plomizo o lluvia fría y pegajosa que pudieran detener la solvencia de aquella pasión.
Se entendieron. Ella lo supo desde un primer instante, y él la fue comprendiendo cada día un poco más, juzgándose mutuamente, sin alterarse, sin divinidades ni proverbios, sin despegar las piernas del suelo de la isla. Donde siempre se hallaban: unidos, abiertos, sonrientes, casi enraizados, materializados en promesa de fértil vivencia...
Sin embargo algo sucedió. El tiempo, decisiones externas, incongruencias que jamás habían existido, hicieron su aparición y comenzaron a marcar su impás.
De súbito, los días transcurrían sin conseguir enlazar con el Ferry que los librara del islote de soledad en el cual se plegaron. Estaban aislados; arrinconados en un lugar solitario, enviciado y asfixiante. Sin darse cuenta se convirtieron en adictos, apasionados de su fe en ellos mismos.
Luchaban por mantener dogmas enfermizos y desgastados... Mientras, seguían tecleando textos de redención, amistad y promesa, a la espera de que el nuevo día amaneciera y aliviara penas presentes, pasadas y venideras. Recompensa a un mérito que decidiría si habían superado el listón para levar anclas y escapar del aislamiento traicionero de un lugar sin limitaciones y limitado en su conciencia.
Él tendía la mano y ella se deslizaba girando, discurriendo una y otra vez por las estrechas veredas de un islote sin márgenes aparentes. Él volvía a tender la mano, y ella pensaba y actuó por su cuenta... Era independiente, siempre lo fue. Le agobiaba ser de una manera distinta, aunque quizá todo consistiera en descifrar una clave...
¿Continuaban atrapados? No, ella podía salir. Sabía cómo hacerlo, y moverse a través del estrecho círculo del islote a su gusto; y decidió ponerlo en práctica.
Se marchó un día ni de verano ni de invierno, ni frío ni cálido. Se fue buscando ese sol anhelado que no parecía vislumbrar en el islote, su islote... ¿Querido o ya aborrecido?
Él permaneció en cuclillas, con ambos brazos extendidos; mientras trataba de conservar el aroma que jamás atrapó de ella en el exterior de su piel. La boca en un gesto torcido, desvaído... La mirada perdida, lúgubre y remisa a creer en la búsqueda que ella emprendía... ¿Para qué? Si partía a contemplar el océano desde una perspectiva a la cual él no podría acceder. Y si no contaba con él en el lugar que más anhelaba, si no deseaba estar a su lado para descifrarle aquellas claves necesarias para salir, entonces ¿prefería mantenerlo allí encerrado para siempre?
Amaneció un nuevo día. El herbazal junto al acantilado seguía siendo de un verde intenso, húmedo fresco y oloroso. En cambio, oscuros nubarrones se cernían en un horizonte más denso y lejano que nunca.
Caminó hasta el borde y se sentó. Desde aquella posición por primera vez se sintió dueño del islote. Permaneció pensativo, sin moverse, con las manos sobre las rodillas y la expresión hirsuta. Habían transcurrido dos días. Para unos quizá pueda parecer un lapso corto de tiempo pero para él significaba casi una eternidad y ella... ¡continuaba sin regresar...!
-II-
Hasta que una mañana por fin se decidió. Iba a ser su mes de reconquista y rehabilitación de promesas olvidadas. Septiembre, sería un mes de sueños que alguna vez se harían tangibles o ya nunca más…
Ella siempre, tan lejana. Pero de pronto una barrera debió de quebrarse y por fin pudo sentirla muy cerca. Lo sabía… Su vehículo estaba enfermo pero pese a todo le pidió que hiciera un esfuerzo y no le defraudó.
La mañana que partieron ninguno lo mencionó pero ambos supieron hacia donde se dirigirían. Enfilaron hacia el este y ya nada pudo contener su frontal e impetuoso tránsito. Horadaron la plana Castilla y se agitó ante su salvaje e imparable avance. Acuchillaron montañas que se les oponían, doblegaron el zig zag de duras carreteras, sortearon acantilados y cuando por fin alcanzaron el mar tampoco se detuvieron ahí.
Compró una vela y la añadió al capó de su coche y juntos navegaron el océano yendo siempre hacia el este. Katrina se apartó de su paso, Fidel Castro los vio pasar como una exhalación y ni siquiera sacó tiempo para organizar cualquiera de sus pomposas fanfarrias. En cuanto al Tío Sam ni lo miraron...
Y entonces, cierto día, desembarcó en las mismas tierras donde ella se hallaba.
Septiembre llegaba a su fin pero qué importaba sí había alcanzado su destino y allí estaba ella, sonriente, aguardando con los brazos abiertos.
El auto comenzó a estar con fiebre pero aún así cumplió su trabajo, había logrado el empeño.
Después, un triste amanecer, el coche murió.
Resultó ser un bello funeral literario y pagano; así es. Ya que su coche nunca fue católico, pero tenía un gran corazón y seguro que se encuentra en un cielo para autos.
Septiembre, un día más. Abrió los ojos y fue consciente de aquel sueño. Realmente iba a ser un mes de conquistas aunque ¿se harían tangibles en algún momento o nunca más…?
Julio 2007.
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martes, 31 de julio de 2007
martes, 26 de junio de 2007
Desde aquí...
En el vacío tu reinas con ruido cuando todo está quieto
y el verbo se erige de repente como un pinzón de avispa,
en tu piel las palabras germinan entre flores de azúcar y amapolas,
tienes en tus manos historias tejidas, disipando la memoria nudos de anhelos.
En ti, encuentro los cabos y la madeja que desenredas…
Tira del hilo que estoy al otro lado…
Tus cabellos tienen una canción del viento sureño que meces con dulzura,
ojos cristalinos, azul cielo que me hacen soñar, que invitan a recorrer la luna…
mis palabras andan solas y libres…
las hojas de los árboles bailan como retando a besos al viento…
y vuelvo a lavarme los ojos que me lloran vísceras
y vuelvo a mirarme por dentro y a encontrar la inocencia atada sutilmente…
Tira del hilo que estoy al otro lado…
Me deshago entre vientos perturbados y brumosos,
me arrancan un ala,
lo normal no era volar,
acaricio las plumas de algodón que aun me quedan
que me llevarán a ti
a un amor presente a un baile sin cesar,
a un encuentro sin tiempo…
Tira del hilo que estoy aquí…
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miércoles, 20 de junio de 2007
Keane - Bedshaped
Este video me encanta, voz melodiosa y celestial para ustedes con cariño...
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Dave Matthews Band - Dreamgirl
Este magnífico grupo me ha abierto los ojos sobre algunos aspectos de la vida. Hoy en día pienso que la vida es un sueño maravilloso y que la muerte como tal no existe, sino que sólo es un escalón hacia nuestra fusión permanente con el fabuloso universo que nos rodea. Bueno, estas son por supuesto, opiniones muy particulares. Espero que os agrade. Un saludo de nosotros-somos!
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viernes, 1 de junio de 2007
Umani Ronchi D`Abruzzo me tentó…
en fin…
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lunes, 28 de mayo de 2007
Caminante no hay Camino.
Nunca persequí la gloria,
Me gusta verlos pintarse
Nunca perseguí la gloria.
Caminante, son tus huellas
Al andar se hace camino
Caminante no hay camino
Hace algún tiempo en ese lugar
Golpe a golpe, verso a verso...
Murió el poeta lejos del hogar.
Al alejarse le vieron llorar.
Golpe a golpe, verso a verso...
Cuando el jilguero no puede cantar.
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viernes, 25 de mayo de 2007
Llama el Océano.
No voy al mar en este ancho verano
cubierto de calor, no voy más lejos
de los muros, las puertas y las grietas
que circundan las vidas y mi vida.
En qué distancia, frente a cuál ventana,
en qué estación de trenes
dejé olvidado el mar y allí quedamos,
yo dando las espaldas a lo que amo
mientras allá seguía la batalla
de blanco y verde y piedra y centelleo.
Así fue, así parece que así fue:
cambian las vidas, y el que va muriendo
no sabe que esa parte de la vida,
esa nota mayor, esa abundancia
de cólera y fulgor quedaron lejos,
te fueron ciegamente cercenadas.
No, yo me niego al mar desconocido,
muerto, rodeado de ciudades tristes,
mar cuyas olas no saben matar,
ni cargarse de sal y de sonido:
Yo quiero el mío mar, la artillería
del océano golpeando las orillas,
aquel derrumbe insigne de turquesas,
la espuma donde muere el poderío.
No salgo al mar este verano: estoy
encerrado, enterrado, y a lo largo
del túnel que me lleva prisionero
oigo remotamente un trueno verde,
un cataclismo de botellas rotas,
un susurro de sal y de agonía.
Es el libertador. Es el océano,
lejos, allá, en mi patria, que me espera.
Poemas de Pablo Neruda
Poemas del Alma
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martes, 22 de mayo de 2007
vivir su libertad
Dedicado a las magníficas mujeres del mundo.
Lo hizo por negarse a consentir una vida llena de imposiciones y castigos, y porque, pese a ser todavía joven, no recordaba de su infancia y su corto pasado más que un suplicio de trabajo y malos tratos.
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